El mejor relato esotérico de la leyenda fue conservado para nosotros por Plutarco, en su tratado De Isis y Osiris, escrito en griego, allá, a mediados del primer siglo de nuestra era, una vasta porción que ha quedado respaldada por los textos de jeroglíficos egipcios que han sido descifrados por los investigadores. Puede resumirse así: Osiris fue un sabio rey de Egipto, que se dedicó a civilizar a la gente y a redimirla de su anterior estado de barbarie. Les enseñó el cultivo de la tierra, les dio una legislación y los instruyó en la veneración a los Dioses. Cuando vio que su país era próspero, se dedicó a enseñar a las otras naciones del mundo. Durante su ausencia Egipto fue tan bien gobernado por su esposa, Isis, que su envidioso hermano Tifón (Set), la personificación del mal, igual que Osiris era la personificación del bien, no pudo hacer mella en su reino; sin embargo, al retorno de Osiris a Egipto, Tifón urdió una conspiración contra él, persuadiendo a otras setenta y dos personas que se le unieran, junto con una cierta Reina de Etiopía llamada Aso, quien por coincidencia estaba en Egipto en esos días. El mandó un hermoso sarcófago de exactamente las mismas medidas, y introdujo en medio de su sala de banquetes cuando Osiris estaba presente como invitado, y en tono de broma prometió obsequiarlo a cualquiera cuyo cuerpo cupiera en él.
Todos los presentes en la fiesta lo probaron, pero ya que la caja no le había quedado bien a ninguno, Osiris, que era el último, se acostó en ella, e inmediatamente los conspiradores la cerraron, la amarraron bien, y luego de haberla sellado con plomo, la arrojaron al Nilo. El asesinato de Osiris, se dice, tuvo lugar el decimoséptimo día del mes Athyr (Hathor), estando el Sol en .el signo de Escorpión, y Osiris en el vigésimo octavo año de su reinado, o bien de su vida. (Se notará que esta fecha marca el comienzo del Invierno, cuando el Sol es místicamente asesinado por las fuerzas de la oscuridad; y fue en esta fecha, correspondiente al festival de Todos los Santos en la Iglesia Cristiana, cuando el pueblo de Egipto tuvo luto por la muerte de Osiris, al igual que nosotros nos enlutamos el Viernes de Dolores, por la muerte del cuerpo de Jesús en tal fecha). La noticia de la tragedia llegó a Isis en Copos, ella cortó un rizo de su cabellera, se vistió de luto y salió en busca del cuerpo de Osiris. Investigó que el sarcófago había sido arrastrado por el mar hasta Byblos –no el Byblos de Siria, sino los lodazales del Delta, donde crece el papiro- y que había sido interceptado por un árbol de tamarisco, el cual habla crecido tanto rodeando el sarcófago que ya lo ocultaba totalmente; y que además el Rey del país, maravillado por su descomunal tamaño, lo habla cortado para convertirlo en pilar para que sostuviera el techo de su palacio. Isis fue a Byblos y trabajó como aya de uno de sus hijos del Rey. Noche a noche ponía al niño en el fuego para que sus partes mortales se consumieran, y luego, ella se convertía en golondrina, y lamentaba la pérdida de su esposo. Pero la Reina, por casualidad, vio al niño en llamas y gritó aterrorizada, quitándole así la oportunidad de la inmortalidad, que de otra manera le hubiera sido conferida. La diosa se identificó y pidió el pilar que soportaba el techo, lo cual, al serie concedido, le permitió sacar el ataúd que contenía el cuerpo de Osiris y se lo llevó de regreso a Egipto, escondiéndolo en un lugar secreto mientras buscaba a su hijo, Horus.
Mas, Tifón, por infortunada coincidencia, encontró el sarcófago al cazar bajo la luz de la Luna, y reconociendo el cuerpo como el de Osiris, lo destrozó en catorce pedazos, esparciéndolos en el campo.
Cuando lo supo Isis, hizo un bote de papiro y se dedicó a encontrar los fragmentos del cuerpo. Osiris retornó del otro mundo y se le apareció a su hijo Horus, dándole instrucciones de combatir a Tifón.
La batalla duró muchos días, a la larga, Horus venció. Finalmente Osiris se convirtió en rey del bajo mundo y juez de los muertos. Esta leyenda, como nuestra historia tradicional, ha variado por las materializantes influencias de aquellos que no entendieron; pues no hay una clara mención de una resurrección en el relato de Plutarco, sino simplemente un vago regreso de los muertos. Esto representa, sin embargo, una muy tardía versión de la tradición, versión que está materializada y desfigurada más allá de todo reconocimiento; y en los Misterios de Osiris la leyenda estuvo más de acuerdo con los hechos reales del mundo espiritual. Aún en las inscripciones egipcias que han sido descifradas, existen claras indicaciones de la resurrección. El principal apunte de la leyenda verdadera fue la muerte de Osiris a manos de Set; la fragmentación de su cuerpo en dos veces siete partes, representando el brote de los siete rayos, o tipos de manifestación consecuentes del descenso del Logos a la materia; la búsqueda de Isis y el hallazgo de las varias porciones del cuerpo; la reconstrucción y final resurgir de Osiris por medio del tercero de tres sucesivos intentos hacia la triunfante inmortalidad y resurrección eterna.
También fue en esta etapa cuando la función de Osiris como juez de los muertos se estudió; y la viñeta en el papiro del Ani, del juicio de Osiris, así como el colocar en la balanza el corazón de Ani contra la pluma de la verdad, representa el enjuiciamiento del alma por los Señores del Karma. Si el alma estaba purísima se le dejaba el paso hacia la inmortalidad; si no decía la verdad era mandada al monstruo Amemit, “el devorador” y era tragada otra vez en el cielo de generación, para reencarnar de nuevo sobre la Tierra en otro cuerpo.
Aunque estos símbolos y leyendas eran conocidos en el mundo entero, su verdadero significado interno era explicado solamente a los iniciados del Tercer Grado.
La historia de Osiris, al igual que la de Mithra y los demás dioses solares (entre los cuales algunos autores incluyen aún a Cristo mismo), es a menudo considerada simplemente como una apoteosis de los procesos de la Naturaleza, bien conocidos por un pueblo agrícola. Así es como Plutarco dice que Osiris era también tomado como Nilus, el río Nilo; Isis como la Tierra de Egipto, periódicamente fertilizada por las avenidas de aquél, o sea, sus inundaciones. Astronómicamente, Osiris era el Sol, Isis la Luna y Tifón la oscuridad y el Invierno, quien al triunfar destruía los poderes fertilizantes del Sol, impidiendo que éste diera su vida al mundo. Es la historia universal del dios Sol quien después de una lucha por la existencia y el desarrollo de su poder al principio del año, al fin se yergue en triunfo en el alto cielo o cenit de su gloria, y aplica su vida a todas las criaturas, madurando el maíz y la uva, solamente para dar lugar una vez más, al avance del Invierno. El Sol en los cielos, como la vida total del mundo, tiene como plan este ciclo de muerte y resurrección; y la vida pequeña en la semilla sigue un proceso similar; germina y llega al fruto, que es cosechado y sacrificado para la nutrición del hombre y otras criaturas; pero así como Tifón no destruyó total mente a Osiris, sino que dejó los fragmentos de su cuerpo por medio de los cuales su vida fue posteriormente renovada, así el hombre no se come todo el maíz, sino que conserva una parte para sembrarla de manera que reincide el proceso de vida. El hombre, a su vez, crece a través del mismo ciclo de cambios: niñez, madurez y vejez; y tampoco él escapa del sacrificio que caracteriza a toda vida, mas renace una vez y otra vez, conforme a su ciclo de reencarnaciones.
La historia de la semilla es como la del hombre ordinario, mas la historia del Sol es como la del hombre que se está haciendo divino. En los Misterios egipcios lo llamaron osirificado, y los místicos cristianos se refieren a él como unificándose con Cristo, como cuando San Pablo habló a sus adeptos como “Pequeños míos, de quienes sufro las torturas del parto una y otra vez, hasta que Cristo quede formado en ustedes”. (Gálatas; 4, 19.) Lo que distingue al sacrificio divino de los sacrificios terrestres es que es voluntario. Es por esto que siempre se proclamó que el método humano para alcanzar la divinidad es la ausencia de egoísmo y el sacrificio personal en favor de los demás; y toda la historia de Cristo y de Osiris no es más que un breviario de lo más saliente y un ejemplo de cómo ese sacrificio puede ser expresado en términos de vida humana sobre la tierra, al igual que lo es en los cielos. Las investigaciones del iniciado en los Misterios de Osiris eran extendidas aún más allá, hasta incluir la verdadera morada del hombre, esa tan elevada sección del mundo mental o celeste en la cual el ego funciona en su cuerpo causal; y, al mismo tiempo, la ceremonia de la elevación era explicada, en muchos estratos de interpretación, como el descenso del Logos a la materia. Su muerte y entierro místicos, y su elevación de nuevo al reino que no tiene fin; y también como el descenso personal del alma hasta los cuerpos, su resurrección de la muerte, en vida, de los mundos inferiores de la forma, y su reencarnación sobre la tierra una vez más. Los signos de los Misterios de Osiris eran casi los mismos como ahora los tenemos, aunque los signos reconocimiento y de orden eran los que se usaban en los trabajos escoceses y americanos; pero las palabras eran diferentes, siendo mucho más positivas en carácter. Los tocamientos, marchas y baterías eran idénticos a los que usamos ahora, y el de saludo ha quedado también sin cambio.
LOS MISTERIOS INTERNOS DE OSIRIS Había también un círculo interno en el seno de este Grado, en el cual la instrucción práctica era llevada hasta lo más elevado del plano mental, para que el Iniciado, perfectamente adiestrado en los Misterios de Osiris, adquiera plena conciencia de su ego, más allá de las limitaciones de la vida personal única, que es todo lo que la mayoría de gente conoce.
EL PUESTO DEL MAESTRO Más allá del Tercer Grado las varias líneas de progreso en los Misterios se bifurcaban. Había cargos en las Logias, que se extendían durante muchos años, dejando el fruto de un espléndido adiestramiento a quienes lo ejercían. Cada oficial en una Logia tiene su propio trabajo especial que desempeñar, su peculiar aspecto de la Deidad que manifestar, su propio poder sacramental que transmitir a la Logia de la que forma parte; el curso de adiestramiento pasando por puestos sucesivos era y es, por lo tanto, de inestimable valía para adquirir un desenvolvimiento de carácter que cubra todas las fases necesarias. En la cúspide del antiguo sistema masónico, existía el grado de Maestro Instalado, que daba muchísimo más pleno poder que el que había sido conferido aún en los Misterios de Osiris, y que capacitaba al Maestro para llegar a ser hierofante de los Misterios a su vez, pudiendo instruir y adelantar a sus HH en la secreta sabiduría de Egipto. En casos comunes esta espléndida posición era ganada solamente cuando ya se había entrado en años, y en el tiempo que el Maestro había dirigido su Logia había llegado a adquirir el más valioso entrenamiento que bien podría la más valiosa experiencia que se permitía avanzar el curso de su evolución mucho más de lo que lo harían varias vidas ordinarias. La misma sucesión nos ha sido transmitida hasta hoy dentro de la Masonería, y todo Maestro Instalado está en posesión del poder de los sacerdotes egipcios de la antigüedad; si bien es cierto que si también poseyera el conocimiento de los sacerdotes egipcios, podría hacer muchísimo mejor uso de ese poder.
LOS GRADOS SUPERIORES DE LOS MISTERIOS Más allá de la enseñanza y adiestramiento proporcionados por los Misterios, clasificados en los tres grados ya considerados, los hierofantes también tomaban por su cuenta instruir y guiar a los aspirantes que habían demostrado ser aptos para ir aún más adelante. No podemos decir que hubiera en Egipto algunos grados organizados más allá del tercero, el de Osiris, pero sí que había enseñanza individual que conducía a la adquisición de todavía mayores poderes, y a la formación de eslabones con seres de los más elevados niveles. Los más altos grados del Antiguo y Aceptado Rito Escocés de nuestros días (los cuales quizá fueron establecidos allá por el Siglo XVIII, cuando se formó el Rito de la Perfección) reflejan en cierto límite estas más avanzadas líneas de progreso que existieron en Egipto. Pudiéramos, a partir del breve repaso a continuación, clasificados como están expresados en nuestra masonería Roja, Negra y Blanca.
MASONERIA ROJA EN LOS MISTERIOS Para aquellos Maestros Masones que, según la opinión de los sacerdotes en funciones, prometían, se fundó lo que ahora llamamos la Masonería Roja y la enseñanza que ahora está incluida en nuestro Real Arco y grados relativos, culminando en la espléndida investigación (búsqueda) de los Caballeros de la Rosa Cruz acerca del mundo perdido, la verdadera divinidad del hombre. En la enseñanza simbólica correspondiente a nuestro grado del Sagrado Real Arco, se le enseñaba al aspirante a deshacerse, en los niveles de su conciencia, de todos los velos que aún obstruían su visión de la realidad, y luego, en poder de esa visión, reconocer por sí mismo la Luz Oculta en todas las formas, sin importar qué tan hondamente pudiera estar enterrada y escondida para los ojos físicos. Esto era tipificado como un viaje hacia arriba, durante el cual se cruzaban cuatro velos, y luego por una pesquisa hacia abajo en busca de una bóveda escondida, profundamente enterrada en el suelo, en la cual estaba simbolizado el nombre de Dios. El propósito central de esta etapa era un positivo darse cuenta, en la conciencia, de que los muchos son Uno. Era más o menos sabido entre los no iniciados del mundo de afuera que todas las extrañas deidades de Egipto eran en realidad solamente manifestaciones de Una, mas, con toda probabilidad ellos no se dieron cuenta del hecho de la unidad, con absoluta claridad. En lo que correspondía al Real Arco en Egipto, encontramos que Dios era inmanente, en todas las cosas y había descendido hasta lo mínimo en lo que pudiera llegar a existir. Los poderes conferidos en esta etapa capacitaban al candidato a darse cuenta de esta gran verdad, con alguna profundidad, y cierta expansión de conciencia le era dada para apresurar el desarrollo del principio institucional interno, y de esta manera se le ayudaba a reconocer la divinidad en los demás. Había un considerable intervalo entre esta etapa y la siguiente, durante el cual el candidato estaba recibiendo instrucción de los sacerdotes y practicando la meditación acerca de lo que había aprendido. Gradualmente se llegaba a dar cuenta de que, aunque había encontrado el Divino Nombre, y había tenido contacto él mismo con la Luz Oculta de Dios, se abría ante él un más profundo campo de investigación en el que llegaría más hondo dentro de la conciencia y el ser de la Deidad. Era entonces cuando iniciaba su segunda gran búsqueda, que lo llevaba por numerosas etapas, durante las cuales, diferentes atributos de la Deidad eran estudiados y hasta cierto punto comprendidos, hasta que culminaba en la magnificiente iluminación otorgada en lo que hoy llamamos el grado décimo octavo, el de Soberano Príncipe de la Rosa Cruz del Aquí. El candidato entonces encontraba al Amor divino reinando en su propio corazón y en el de sus HH. También sabía que Dios había descendido y compartido nuestra más baja naturaleza a fin de que pudiéramos ascender a compartir con El Su verdadera naturaleza. Este eslabón de contacto se hace todavía para los HH de la Rosa Cruz, y cada uno debe llegar a ser, por dondequiera que vaya, centro radiante de ese amor, olvidándose de sí mismo al máximo en aras de los demás. Los esplendentes y purpúreos Ángeles de la Cruz Rosada, que ahora asisten a nuestros Soberanos Capítulos, y derraman a través de ellos la plenitud de su amor con miras al auxilio del mundo, eran también conocidos en el antiguo Egipto, y estaban conectados con los Soberanos Príncipes y con sus altos principios, para que su seráfico amor también estuviera a la mano para distribuirlo en bendición. El candidato era confiado a ellos, como sus guardianes, y tenía que darse cuenta de su unidad con los Ángeles, así como con sus HH. A estas alturas, la intuición o buddhi en el candidato, esa oculta sabiduría que es Horus o el Cristo morando en el hombre, era inmensamente acelerada y excitada, para que el candidato llegara a ser, hasta cierta medida, una manifestación del amor eterno que a últimas fechas fue llamado el Cristo, y así quedaba capacitado para trabajar sobre la naturaleza emocional, que es un reflejo parcial de ese amor en la materia del mundo astral, como para elevar en poder de amor a alturas a las que nunca antes había llegado. Ahora se convertía en verdadero sacerdote, capaz de hacer bajar y esparcir el amor divino para auxiliar al mundo. Un todavía más elevado grado de ese extraordinario poder capacitaba al H. para conferir este expansión de conciencia y transmitir estos espléndidos eslabones de contacto a los demás. Es este el poder reservado en nuestros Soberanos Capítulos al Sapo… Maest… y a los que han pasado el Trono en el grado Rosa Cruz.
MASONERIA NEGRA EN LOS MISTERIOS Pocos de nuestros HH. egipcios parecen haber pasado más allá de la Rosa Cruz, pues solamente unos cuantos necesitaban algo más que la espléndida revelación del morador interno, el Amor de Dios, que ellos recibían en lo que llamamos el Grado Décimo octavo. Mas para esos pocos que sentían que aún había más que aprender acerca de la naturaleza de Dios, y que con ansia deseaban comprender el significado del mal y el sufrimiento, y su relación con el plan divino, existía el prototipo de nuestra Masonería Negra, la enseñanza y progreso comprendidos en nuestros grados del decimonono al trigésimo. Esta sección de los Misterios se ocupaba especialmente del karma en acción, en sus diferentes aspectos, estudiado como ley de retribución, desde cierto punto de vista, oscuro y terrible. Este es el meollo de la verdad que está detrás de los elementos de venganza en el grado de Caballero Kadosch. Los aspectos oscuros del karma están en gran parte conectados con la ignorancia humana sobre la naturaleza de Dios y la confusión respecto a las muchas formas en las que El Se revela, y de este modo los signos del grado 30 albergan el corazón de la filosofía kármica. Tal grado no sería plena y válidamente conferido a menos que éstos signos fueran debidamente comunicados, ya que expresan el significado y propósitos internos del karma. En la antigua instrucción correspondiente a este grupo de grados se enseñaba que lo que se siembra se cosecha, si se siembra el mal, el resultado será doloroso para el que lo sembró. También se estudiaba el karma de naciones y razas y las modalidades de acción de la ley kármica en diferentes planos era investigada por medio de la visión interna, y mostrada al estudiante. El total de lo que hoy llamamos Masonería Negra conducía a una explicación del karma como justicia divina, la cual ha sido preservada para nosotros en la sombra de lo que ahora es el grado 31, el de Gran Inspector Comandante Inquisidor, cuyo símbolo es una balanza. En Egipto, ésta era tomada como emblema del perfecto equilibrio de la justicia divina; el aspirante aprendía que todo el mal y el horror asociados con el karma en acción si estaba basado en la justicia perfecta, aunque haya aparecido como mal ante la pequeña visión del profano. Así es que el primer período de la elevada instrucción, el de la Rosa – Cruz o Masonería Roja, estaba dedicado al conocimiento del bien, en tanto que el segundo, el de Kadosch o Masonería Negra, estaba dedicado al conocimiento del mal. Luego, en los primeros pasos de lo que llamamos Masonería Blanca, coronando toda la gloriosa estructura, el candidato aprendía a ver la básica justicia de ese eterno Dios, Amon Ra, que lo mismo está detrás del bien como del mal. En días remotos, antes del kali yuga, en el que el mal predomina sobre el bien, los Caballeros Kadosch vestían de amarillo en vez de negro, para su oficio. Nuestro grado 30 conecta el Caballero Kadosch con la rama directriz más bien que con la instructora de la Gran Jerarquía; el Caballero debe convertirse en centro radiante de energía perenne, la cual es para darle fuerza para sobreponerse al mal y para hacer de él un auténtico poder en el lado del bien. El color prevaleciente de la influencia es un azul eléctrico (el del Rayo Primero totalmente diferente del azul de las Logias Azules o
Simbólicas) orlado con oro, aunque sin ahogar el rosa del grado 18.
Existen también, asociados con el grado, grandes Ángeles azules del Primer Rayo, que prestan su fuerza al Caballero, en forma parecida a los Ángeles púrpura auxiliando a los Excelentes y Perfectos C… C… de la Rosa Cruz. Un nivel más elevado de la misma energía se transmite a lo que hoy debiéramos llamar el Trono del Comandante Soberano, quien tiene la capacidad de transmitir la gracia sacramental del grado a los demás.
MASONERIA BLANCA EN LOS MISTERIOS El más elevado y último de los grandes poderes sacramentales de los Misterios que nos han sido transmitidos es el que se confiere en el grado 33, el de Soberano Gran Inspector General. En el antiguo Egipto, había sólo tres que ostentaban el equivalente de ese grado supremo, el Faraón y otros dos, formando con él un triángulo interno, que era el corazón de todo el sistema de los Misterios, y el canal hacia ellos, de la Luz Oculta proveniente de la Logia Blanca detrás. Los tres eran altos Iniciados de la Gran Hermandad Blanca, y el Faraón poseía un nivel aún más elevado de poder que el usualmente otorgado en el grado 33, el de Soberano Ungido y Coronado. Se puede decir que los HH. de esta alta Orden habían pasado de una concepción de la justicia divina a la certeza de conocimiento y a la plenitud de la gloria divina en la Luz Oculta. El grado 33 conecta al Soberano Gran Inspector General con el Poderoso Rey Espiritual del Mundo -el Poderoso Adepto que está a la cabeza de la Gran Logia Blanca, y en cuyas fuertes manos están los destinos de la Tierra-, y despierta los poderes del triple espíritu hasta donde pueden ser despertados en la actualidad. El acto de conferir el grado era y es una grandiosa experiencia cuando se mira con la vista interna, ya que el Hierofante de los Misterios (quien en estos días modernos es el G.. M. . de Ger. .), se sitúa arriba o junto al Iniciador en esa extensión de Su conciencia que es llamada Angel de la Presencia. En el caso de que quien recibe el grado sea ya un Iniciado, la Estrella (llamada en Egipto la Estrella de Horus) que marca la aprobación del Iniciador único, una vez más flamea por sobre él con toda su gloria; en tanto, que en cualquier caso los dos grandiosos ángeles blancos del rito entregan su centelleante esplendor proveniente de sitios celestiales, y se muestran descendiendo al nivel etéreo para poder dar su bendición al candidato.
El Hierofante ejecuta las conexiones reales tanto consigo mismo como con el manantial del poder separado para el trabajo de la Hermandad Masónica, y a través de él mismo, con el Poderoso Rey cuyo representante es El, en tanto que los grandiosos Ángeles blancos de la Orden, de por vida quedan como guardianes del H. El tiene en la mano derecha una aura de luz blanca brillante con dorado, y representa a Osiris, el Sol y la vida, el aspecto positivo de la Deidad; ella, en la mano izquierda tiene un aura de luz semejante, veteada de plata y representa a Isis, la Luna y la verdad, el aspecto femenino o negativo de la gloria divina. El poder de ellos es austero y espléndido, y da fuerza para actuar con decisión, certeza, valor y perseverancia en el plano físico; pertenecen a los órdenes cósmicos de Ángeles, los cuales son comunes a otros sistemas solares ajenos del nuestro, y sus centros de conciencia permanentes están en el plano intuitivo, aunque sus formas puedan ser vistas siempre, pendiendo sobre la cabeza del iniciado de este grado en el nivel mental elevado. Debe recordarse que en realidad no existe sexo en estos grandiosos Ángeles, y sin embargo, uno de ellos es preponderantemente masculino en apariencia, y el otro preponderantemente femenino. Cuando ellos lo consideran adecuado, se materializan mental y astralmente — como en las mayores ceremonias en la Logia– y están siempre listos para otorgar su bendición a cualquier hora que sea invocada. Son inseparablemente uno con el Soberano Gran Inspector General, conectados a su yo elevado, para nunca desertar, a no ser que por indignidad él los abandone primero y los aleje. Los símbolos del Sol y la Luna se ven hoy día en los guanteletes del Soberano Gran Inspector General, y hacen referencia a estos poderes angélicos en los mundos internos. Los poderes asociados con el grado 33 parecen haber sido ligeramente modificados desde los tiempos antiguos de Egipto. Los grandiosos Ángeles blancos parecían ser más austeros y más radamantinos en el antiguo Egipto; los que ahora pertenecen al grado, en cierto modo son más suaves, si bien su poder no es menos espléndido. Esta etapa combinaba el maravilloso amor de Horus, el Hijo, con la inefable vida y fuerza de Osiris, el divino Padre, e Iris la madre eterna del mundo; y esta unión del amor con la fuerza es todavía su más sobresaliente característica. Confiere, a los que se acogen a su influencia, poder similar y sólo un poco abajo del de la primera gran Iniciación, y aquellos que poseen el grado 33 debieran con firmeza perfeccionarse para aquel paso a la mayor brevedad. En los grandiosos tiempos de los Misterios, en realidad esta etapa era accesible tan solo a los Iniciados, y creemos que así debiera hacerse ahora, de igual manera sería conveniente que el maravilloso don del episcopado debiera ser conferido solamente a miembros de la Gran Hermandad Blanca. El poder del grado, al operar, se presenta en un aura de brillante blanco y oro, envolviendo en ella el rosa y azul del Rosacruz y Kadosch y también manifiesta ese peculiar tono de azul eléctrico que es el signo especial de la presencia del Rey. El Soberano Gran Inspector General es el “Obispo”
de la Masonería, y si de verdad vive la vida del grado, debe ser un centro eternamente radiante de poder, un auténtico sol de luz, vida y gloria, donde quiera que vaya. Tal era el más santo de los poderes sacramentales conferidos en los Misterios del antiguo Egipto, tal es el más alto grado que nos es conocido en la Masonería actual, entregado en su plenitud a solo unos cuantos. La oportunidad a sólo unos cuantos. La oportunidad de disfrutar de esa sublime gloria está abierta para todos los que reciben el grado; qué tan lejos se lleve y qué empleo se dé a este poder, es asunto que está exclusivamente en manos del H., ya que para emplear el poder como es debido, se necesita alto desarrollo espiritual y una vida de constante humildad, observancia y servicio. Si lo invoca para el servicio de los demás, fluirá a través de él potente y dulcemente para auxilio del mundo. Si descuida el poder, este quedará aletargado y los eslabones sin uso -y Aquellos que se encuentran detrás se alejarán de él en busca de otros de mayor valía. El poder del grado 33 es un verdadero océano de gloria, fuerza y dulzura, pues es el poder del Rey, del Señor que gobierna sobre la tierra como Subregente del Logos de eternidad en eternidad.
LAS ETAPAS DE LA SENDA OCULTA La Logia de la Gran Hermandad Blanca estuvo siempre, secreta y calladamente guardando celosamente los Misterios de Egipto en este país, protegiéndolos y empleándolos como canal de la Luz Oculta, cuya radiante existencia fue desconocida a todo aquel que quedaba fuera de los círculos internos. La Hermandad seleccionaba para la iniciación del interior de sus filas, solamente a los que habían llenado los ancestrales requisitos que se imponían a todo candidato para ese elevado grado. Las condiciones de idoneidad para el grado estaban estatuídas en la Parte I del Manual de Instrucción Oculta, ahora llamado Luz en el Sendero, que representa las enseñanzas de la Logia Egipcia. Por lo tanto los candidatos eran generalmente escogidos de entre los HH que habían recibido esa elevada instrucción y se habían preparado con muchos años de meditación, estudio y servicio. Más aún, a veces acontecía que alguien había sido escogido para la Iniciación sin que hubiera pasado por los pasos externos de los Misterios, pero que en vidas anteriores había quedado preparado, ya que es el ego el que recibe la Iniciación, no la personalidad de los planos inferiores. Siempre han existido cinco grandes Iniciaciones, que en las enseñanzas cristianas han sido ilustradas por etapas en la Vida del Cristo tal como se relata en los Evangelios, que contienen elementos derivados de las enseñanzas de los Misterios egipcios. El discípulo Jesús fue un iniciado de la Logia egipcia, y por lo mismo mucho del simbolismo egipcio fue adoptado por Sus adeptos, y posteriormente tejido en la trama del Evangelio. En Los Maestros y la Senda describí algunas de las ceremonias de Iniciación en uso actual en la Gran Hermandad Blanca. En cuanto a su forma, en ciertos aspectos los rituales egipcios diferían ligeramente de las actuales ceremonias, siendo idénticos en esencia debido a que la Logia Egipcia poseía la tradición transmitida desde los iniciados de la Atlántida, algo modificada, después para adaptarse a las necesidades de la lenta evolución humana de la raza aria.
LAS PRIMERAS TRES INICIACIONES La primera de las verdaderas Iniciaciones internas era llamada Nacimiento de Horus, y correspondía en esa gran religión al nacimiento de Cristo en Belén según la presentación cristiana. Horus nació de Isis, la Madre Virgen; a su nacimiento, la Estrella se llenó de brillo y las huestes Angélicas entonaron su cántico de triunfo; él fue adorado por pastores y sabios y salvaguardado del peligro que le acechaba desde el exterior. En El Libro de los Muertos se asienta: “Conozco el poder del Este, Horus el de la Elevación Solar, la Estrella del Amanecer”. La historia del iniciado es la historia del Dios Sol, el Cristo universal que nace en el corazón del hombre, y Su nacimiento místico es la finalidad de la Primera Gran Iniciación. Si el candidato aún no había pasado por ellas, como la mayoría de los estudiantes en los Misterios lo habían hecho, tenía que someterse a las pruebas de tierra, agua, aire y fuego, en esta etapa, aprendía con absoluta certeza que ninguno de estos elementos podría hacerle ningún daño, ese ningún caso, en el cuerpo astral Todo esto era en preparación para empezar el servicio en el plano astral, ya que el Iniciado tenía que adecuarse a sí mismo para llegar a convertirse en un diestro y útil servidor de la Humanidad en este mundo y en el otro. La Segunda Gran Iniciación corresponde al período de la vida de Cristo que es tipificada por el Bautismo, en la cual viene un ensanchamiento de las facultades intelectuales, de igual modo que el resultado de la Primera Iniciación fue una maravillosa expansión de la naturaleza emocional. Es a estas alturas cuando la prueba interna tipificada por la tentación en el desierto tiene lugar en la vida del candidato, Luego viene el esplendor de la Transfiguración, cuando la Monada desciende y transforma el ego a semejanza de Su propia gloria.
Autor: ALCOSERI
